La tendencia acelerada de inflación es las grandes preocupaciones en el mundo y lo que más presiona al interior de los índices de precios es el rubro de los alimentos, que han alcanzado sus precios récord en los meses recientes. Los precios de los energéticos también están enfrentando turbulencia a escala global.
En México, por ejemplo, los proyectos de abasto, los estímulos fiscales y las tarifas especiales por temporada han contenido el agresivo encarecimiento de los energéticos de alto consumo: el gas doméstico LP, las gasolinas y la electricidad.
En contraparte, los agropecuarios, los alimentos procesados y las bebidas son grupos que han registrado los incrementos más pronunciados en su nivel de precios al consumidor. Esto refleja una realidad que enfrentan ya los hogares mexicanos: comer es cada vez más caro.
Durante abril del 2022, el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) registró un incremento interanual de 7.68 por ciento, el alza más pronunciada en 21 años. Este nivel de inflación general estuvo presionado principalmente por los incrementos en el precio de la comida en todas sus formas.
Al interior del INPC, el rubro general de alimentos, bebidas y tabaco -que incluye sólo alimentos procesados- registró un encarecimiento interanual de 10.88 por ciento durante este lapso.
Por su parte, las frutas y verduras se comercializaron 15.84 por ciento más caras en relación con el año pasado. Las carnes, lácteos y otros productos pecuarios registraron un encarecimiento de 13.21 por ciento.
Los genéricos relacionados con la alimentación son los que han presentado los aumentos más importantes en sus niveles de precios. Esto implica una presión importante sobre el INPC general porque la comida compone el 30 por ciento del índice.
El encarecimiento de la comida en México golpea de manera particular a los hogares más pobres porque son quienes destinan mayor parte de sus ingresos a este rubro. Las familias que componen los deciles I y II destinan la mitad (50.2 por ciento) del dinero que perciben sólo a comer.
En México, al corte del 2020, se estimó que 2 de cada 10 mexicanos presentan carencia en el acceso efectivo a alimentación nutritiva y de calidad, según cifras del CONEVAL (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social).
La tendencia acelerada de inflación podría tener efectos importantes en la seguridad alimentaria de la población en sus diversos niveles, desde cambiar a marcas más baratas, dejar de consumir ciertos alimentos o incluso saltarse comidas.
El PACIC (Paquete Contra la Inflación y la Carestía) impulsado por el presidente, Andrés Manuel López Obrador, busca servir como contención ante el incremento de precios generalizado. Con la participación de la iniciativa privada y acciones de producción y reducción de costos busca garantizar un precio “justo” en 24 productos de consumo mínimo.
Pese a estos esfuerzos, la realidad y las proyecciones siguen presionando los bolsillos de los y las mexicanas: el incremento de los precios mantendrá su tendencia acelerada, al menos, hasta el 2024.
Con información de El Economista.