El panorama para que las personas trabajadoras en nuestro país puedan tener un buen balance de vida-trabajo no es el óptimo. Las largas jornadas laborales, la baja productividad y el poco tiempo para tomar vacaciones son señales que muestran que el desafío no es menor, reconoce Mario López Roldán, director del Centro de la OCDE en México para América Latina.
En el marco del Día Nacional del Balance Trabajo-Familia, que se conmemora cada 1 de junio desde el 2019, el nuevo director de la oficina de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en el país hace énfasis en uno de los pendientes que se debe enfrentar en este terreno: el derecho a las vacaciones.
México es uno de los países del mundo con el menor número de vacaciones garantizadas en la legislación laboral, con un mínimo de seis días después del primer año de trabajo, y que se incrementan gradualmente a partir del segundo año. El promedio en los países de América Latina es de 16 días y la recomendación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) es de 18 días.
“Estamos excesivamente rezagados en este campo. Si esto lo ves en perspectiva, con seis días de vacaciones legales al año, es evidente que estamos rezagados y que urge modificar la ley laboral”, expresó Mario López Roldán en conversación con El Economista.
Los datos del país en el terreno laboral son particulares, pues los mexicanos son los que más horas trabajan entre todos los países de la OCDE, con un promedio de 2 mil 124 horas al año. La media de las naciones que conforman la organización es de 1,687 horas anuales y Alemania, la mejor posicionada, registra 1,332 horas por año.
Además, la proporción de personas con jornadas de trabajo excesivas es también la más alta del organismo. De acuerdo con los últimos datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), 16.1 millones de personas, el 28.5 por ciento de la fuerza laboral, trabajan más de 48 horas a la semana, el máximo legal. Este dato es 16 por ciento mayor que lo reportado a inicios de 2020, antes de la pandemia.
Lo contradictorio de estas cifras, señaló Mario López Roldán, es que México es uno de los países de la OCDE que, a pesar de ser el lugar donde más se trabaja, tiene uno de los niveles más bajos de productividad, superado al final de la tabla solamente por Sudáfrica y Colombia. Esto demuestra que el tiempo de trabajo es crucial en el diseño y desempeño del mercado laboral, pues, entre otras cosas, puede afectar el bienestar, la productividad, los salarios y el empleo de los trabajadores.
“El descanso es fundamental para mejorar la productividad, la creatividad, la innovación y la potencia laboral. El diagnóstico es clarísimo: todos los datos apuntan a un rezago tremendo (…) Tomar vacaciones es un acto de competitividad, un acto de mejoramiento productivo, un acto de excelencia. Hay que entender cómo los países más avanzados están logrando tener niveles de productividad tan altos con niveles altísimos de vacaciones”, puntualizó.
La Comisión de Trabajo del Senado de la República inició en marzo pasado el análisis el análisis de tres propuestas de reforma a la Ley Federal del Trabajo (LFT) de diferentes partidos para ampliar el mínimo de vacaciones al que se tiene derecho. El consenso, hasta ahora, es aumentarlo a 12 días a partir del primer año laboral.
El triple desafío para el balance vida-trabajo
La OCDE se ha dado a la tarea en los últimos años de medir y analizar factores que inciden en la calidad de vida de la población, entre estos el balance personal-laboral, entendido como un “nivel de equilibrio satisfactorio entre el trabajo y la vida privada de una persona”. Este indicador se construye tomando en cuenta la capacidad de la gente para conciliar compromisos familiares, ocupacionales y tiempo para el ocio.
“Para nosotros es importantísimo hoy en día que la economía, que la política económica, se vea como un instrumento de mejoramiento de la calidad de vida, dejar de enfocarnos tanto en los porcentajes y ver cómo podemos percibir, medir y sentir cómo está mejorando la calidad de vida de la gente”, expone.
Respecto al balance vida-trabajo, México es el país que tiene el nivel más bajo entre las 41 naciones analizadas por el organismo, con una calificación de 0.4. Las otras economías de la región en el estudio son Colombia (0.6), Chile (4.8) y Brasil (6.2). Italia es el país mejor posicionado en este terreno, con una nota de 9.4 puntos.
Mario López Roldán destacó que hay al menos tres elementos que inciden en este resultado: los altos niveles de pobreza y desigualdad en el país, el tamaño de la economía informal y los bajos niveles de productividad. Si no se enfrentan estos grandes desafíos, advierte, difícilmente se podrá progresar en el equilibrio vida-trabajo.
“Estamos hablando que más de 70 por ciento de la población mexicana vive en pobreza o vulnerabilidad. Este tipo de ecuación no te permite tener un equilibrio vida-trabajo sano. Hay gente que está viendo cómo ‘persigue la chuleta’, como se dice popularmente, con dos o tres trabajos y no tiene el tiempo para descansar; pensar en vacaciones es un lujo y cuando se las dan, las usan para trabajar de nuevo”, puntualizó.
El representante de la OCDE considera que la emergencia sanitaria por la Covid-19 ha presentado una oportunidad única para avanzar en estos temas, pues ha generado mayor sensibilidad sobre la importancia de las condiciones de vida de los trabajadores y el reto para lograr un buen balance personal y laboral. “La pandemia cambió todo y hay que tomar la oportunidad para reconstruir mejor”.
Con información de El Economista.