Aunque la mayoría de los aeropuertos del país ha recuperado el tráfico de pasajeros previo a la pandemia, las terminales operadas por el gobierno no pueden contar la misma historia. Sólo siete de los 19 aeropuertos operados por Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA) se han recuperado, y pese a que el tráfico de la paraestatal ha subido en conjunto, el crecimiento no ha sido generalizado.
Entre enero y julio de este año ASA atendió a 2.1 millones de pasajeros en total, 10 por ciento más que en el mismo periodo de 2019. Sin embargo, el crecimiento –de 193 mil 281 pasajeros– fue principalmente impulsado por un solo aeropuerto: el de Puerto Escondido, cuyo tráfico se elevó 82 por ciento al registrar 188 mil 192 pasajeros más que en 2019.
De hecho, los datos apuntan a que el crecimiento se concentró en los aeropuertos de mayores volúmenes dentro del portafolio de ASA. Este es el caso del Aeropuerto Internacional de Puebla –la mayor terminal de la empresa, que creció 4 por ciento en pasajeros– y del Aeropuerto de Chetumal, el tercero en pasajeros y que creció 10 por ciento contra 2019.
Detrás de esta tendencia hay un problema de origen. Hasta 1998 todos los aeropuertos de México estaban bajo la operación de ASA, que administraba 58 terminales, un portafolio que se redujo a partir de la privatización de los 35 aeropuertos más rentables del país con la creación de cuatro grupos aeroportuarios: ASUR (Grupo Aeroportuario del Sureste), OMA (Grupo Aeroportuario del Centro-Norte), GAP (Grupo Aeroportuario del Pacífico) y el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).
Con ello, ASA se quedó con los aeropuertos menos atractivos en términos de volumen y de rentabilidad.
“Son aeropuertos deficitarios, operan con pérdidas desde un principio. Solo cuentan con un subsidio en el Presupuesto de Egresos Federal, una partida presupuestaria que otorgan año con año y que no es suficiente para invertir en nuevos equipamientos, instalaciones, etcétera”, explicó Fernando Gómez Suárez, especialista del sector aéreo.
De ahí que la recuperación de varias terminales ha sido a cuentagotas, una tendencia que se ha acentuado principalmente en aeropuertos como el de Poza Rica, que en los primeros siete meses del año se mantuvo con una pérdida de 93 por ciento de los pasajeros de 2019. En una situación similar se encuentran otros complejos como el de Ixtepec (con una caída de 82 por ciento en el mismo periodo) y de Ciudad Victoria (que opera a un tercio de los niveles de 2019).
Las inversiones son uno de los factores que suelen incidir en el desempeño de los aeropuertos, lo cual coincide con el caso del Aeropuerto Internacional de Puerto Escondido, que tuvo un presupuesto de 196.2 millones de pesos para su modernización, la mayor bolsa de recursos frente a otros complejos como Puebla (con una inversión de 84.9 millones), Colima (81.8 millones) y Campeche (135.5 millones).
Para Gómez Suárez, el bajo atractivo de otros aeropuertos se debe a la caída de algunos sectores industriales –y, con ello, de varios destinos de negocios–, aunada a la falta de inversiones y de una estrategia de promoción.
“Es una simbiosis. Se debe establecer una estrategia entre el destino o el aeropuerto y las aerolíneas, trabajar en los tres niveles de gobierno para que cuenten con los mecanismos necesarios para estimular ese mercado”, concluyó.
Con información de Revista Expansión.