México no está preparado financieramente para enfrentar nuevas pandemias, ya que el presupuesto propuesto para 2023 no atiende la transición epidemiológica, un aspecto clave para contrarrestar los efectos de futuras crisis de salud en el mundo, señaló el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP).
El gasto asignado entre 2010 y 2022 al sector salud mantiene una brecha entre 2.5 por ciento y 2.9 por ciento del PIB, niveles inferiores al 6 por ciento recomendado por la OMS y por debajo de economías latinoamericanas como Argentina, Chile y Colombia que destinan ingresos en línea con lo sugerido.
Fundar, organización de la sociedad civil dedicada a la incidencia en política públicas e institucionales, ha señalado que el presupuesto de salud sigue siendo inferior a lo recomendado, por lo que la apuesta de ofrecer servicios de salud a la población sin seguridad social incumplirá sus objetivos en el corto plazo.
El bajo presupuesto asignado a la salud pone en riesgo el desarrollo económico y social de los mexicanos y del país, según el documento “Gasto en salud y Objetivo de Desarrollo Sostenible”, presentado el martes.
“El sistema de salud que brinda el país debe ser un igualador de condiciones sociales, pero si desde el inicio estás generando desigualdad en la salud y en la capacidad que tiene la población para desarrollarse, para estudiar, para trabajar, eventualmente merma tanto en la economía, la producción y en la misma productividad”, advirtió Judith Méndez, directora adjunta de investigación y especialista en salud y finanzas públicas de la organización.
Pese a que en el presupuesto 2023 se planea un incremento en términos reales de 4.2 por ciento, se menciona que se utilizará el remanente del fondo que se dedicaba a atender enfermedades de alta especialidad para la transformación del IMSS-Bienestar, priorizando la atención de primer nivel sobre la de tercer nivel. Ello vulneraría aún más la posibilidad de enfrentar nuevos riesgos sanitarios, según el CIEP.
Méndez enfatizó en la importancia de que el gobierno ponga atención en el presupuesto asignado en función de la transición epidemiológica que se da por el cambio demográfico que va envejeciendo.
Dijo que cuando se crearon los institutos de seguridad social en 1940, la mayor parte de las enfermedades de la población eran infecciosas, caracterizadas por ser de baja durabilidad y bajo costo, pero actualmente los padecimientos de la población son crónicos degenerativos y tienden a ser más duraderos y costosos.
Pero esos costos no se han reflejado en el gasto ejercido per cápita en los últimos 10 años, ya que, pese a los incrementos en el presupuesto, también crece el número de derechohabientes.
De 2010 a 2020 el gasto per cápita por derechohabiente en el IMSS pasó de 5 mil 614 pesos a 4 mil 600 pesos, y en el ISSSTE pasó de 5 mil 063 pesos a 4 mil 648 pesos, mientras que en el subsistema que atiende a la población sin seguridad social pasó de mil 180 a mil 060, según cálculos del CIEP.
El CIEP expuso que en el caso del IMSS el gasto por paciente en las enfermedades de mayor carga, como la diabetes, hipertensión y cáncer, ha disminuido entre 2017 y 2020, a pesar de que el número de pacientes se mantiene en números similares.
Reforzar al sector salud con el IEPS
Para que el presupuesto destinado a salud crezca y se acerque al nivel recomendado por la OMS, se requiere reasignar recursos, o bien, una reforma fiscal para aumentar los ingresos del gobierno.
En el corto plazo, el CIEP plantea que la recaudación del IEPS esté vinculada con el sector salud. Si bien, la recaudación del impuesto no lograría aumentar en tres puntos porcentuales lo equivalente del PIB destinado a salud, si ayudaría con 0.5 punto porcentual, estimó Méndez.
Con información de 24 Horas.