En los últimos años, los usuarios de Google han desarrollado una queja muy específica sobre el omnipresente motor de búsqueda: no pueden encontrar ninguna respuesta. Una simple búsqueda de “la mejor computadora para juegos” conduce a una página dominada por enlaces patrocinados en lugar de consejos útiles sobre qué computadora comprar.
Mientras tanto, los resultados reales están repletos de contenido de afiliados optimizado para motores de búsqueda y de baja calidad, diseñado para generar dinero para el publisher en lugar de proporcionar respuestas de alta calidad. Como resultado, los usuarios han recurrido a soluciones alternativas y trucos para tratar de encontrar información útil entre los anuncios de baja calidad. En resumen, el servicio insignia de Google ahora apesta.
Y Google no es el único gigante tecnológico con un producto central que se deteriora lentamente. Facebook, un sitio web aparentemente para encontrar y conectarse con amigos, inunda constantemente las fuentes de los usuarios con contenido patrocinado (o “recomendado”). A su vez, parece enterrar las cosas que la gente quiere ver bajo lo que Facebook decide que es relevante.
Y como escribió el periodista John Herrman a principios de este año, la “chatarrización de Amazon” ha hecho casi imposible encontrar productos de alta calidad; en lugar de ello, desvía a las personas a páginas de resultados plagadas de publicidad llenas de productos de baja calidad de los vendedores que saben cómo jugar con el sistema.
Todas estas miserables experiencias en línea son síntomas de una enfermedad subyacente insidiosa. En Silicon Valley, la experiencia del usuario se ha subordinado al precio de las acciones de la empresa.
Google, Amazon, Meta y otras compañías tecnológicas han monetizado la confusión, probando constantemente cuánto pueden interferir y manipular a los usuarios. Y en lugar de intentar innovar significativamente y mejorar los servicios útiles que brindan, estas compañías tecnológicas han perseguido modas a corto plazo o han intentado reformar por completo sus negocios en un intento desesperado por ganarse el favor de los inversionistas de Wall Street. Como resultado, nuestra experiencia colectiva en línea está empeorando. Ahora es más difícil comprar las cosas que quieres comprar, más complicado para buscar información y más difícil socializar con la gente.
Las compañías tecnológicas están abandonando su producto principal
En la década de 2000 y principios de la de 2010, las compañías tecnológicas produjeron productos nuevos e interesantes. Hicieron nuestras vidas más fáciles, convirtiendo nuestros teléfonos de simples dispositivos de comunicación bidireccional en formas de aprender más, conectarnos con nuestros amigos y hacer una crónica de nuestras propias vidas.
Esto impulsó el crecimiento explosivo de Silicon Valley. Las compañías tecnológicas vieron cómo se disparaban sus valoraciones; el crecimiento de los ingresos fue exponencial y nuevos usuarios se unían a montones.
En los últimos años, las matemáticas simples han dictado una desaceleración a medida que disminuye la cantidad de personas que se unen a las filas de los nuevos servicios en línea. Esta desaceleración desencadenó una crisis en Silicon Valley. Las compañías tecnológicas han pasado los últimos años tratando de encontrar un segundo motor de crecimiento mágico que replique el crecimiento explosivo de esos primeros años. En el proceso, muchas de estas empresas han abandonado por completo su misión original y han recurrido a hipermonetizar cada interacción con el cliente en un intento de exprimir los ingresos de sus productos heredados y atraer a Wall Street.
Buscando relevancia
En algunos de los casos más extremos, las compañías tecnológicas han abandonado por completo las ideas que las hicieron famosos en un intento desesperado por renovar su relevancia. El mejor ejemplo de esta desastrosa búsqueda de un segundo acto es Meta, la empresa antes conocida como Facebook. Meta se convirtió en la empresa de redes sociales más exitosa porque era una forma relativamente sencilla y atractiva de ponerse al día con amigos. Pero a lo largo de los años, la compañía ha ofuscado gran parte de la experiencia detrás del agotador contenido patrocinado y funciones auxiliares confusas.
Como resultado, la cantidad de personas que usan las aplicaciones de Facebook se ha ralentizado y su crecimiento de ingresos —que alguna vez fue explosivo— se está tambaleando. Pero en lugar de tratar de hacer que la gente realmente quiera usar sus productos nuevamente, la compañía decidió virar al por mayor al metaverso.
La intención del CEO Mark Zuckerberg es claramente poseer una especie de “segundo internet”. Este sería el nuevo lugar donde los usuarios socialicen; sin embargo, el concepto de mundos virtuales está al borde de la muerte, con una pequeña cantidad de personas que se registran porque, francamente, apesta.
A pesar de esto, Meta logró gastar más de 13,000 millones de dólares (mdd) en la idea el año pasado para intentar hacerla realidad. Y en cuanto a su producto principal, bueno, eso ha sufrido mucho.
Tanto Facebook como Instagram —posiblemente el producto más importante de la compañía en la actualidad— están atrapados en un estira y afloja sin fin entre los usuarios que solo quieren ver contenido de amigos y los desarrolladores de la aplicación, que intentan forzar a la gente a ver videos patrocinados al estilo TikTok y contenido generador de ingresos del que incluso las celebridades se han quejado.
General Electric fue una de las primeras empresas en sufrir las consecuencias de enfocarse en negocios secundarios
Esta no es la primera vez que una empresa ha tratado de abandonar su negocio principal solo para que le explote en la cara. Tomemos como ejemplo a General Electric, el otrora poderoso titán de la fabricación estadounidense. En sus primeros 100 años, GE se centró en hacer lo que hacía mejor: construir cosas. Ya se tratara de piezas de aviones o bombillas, GE era una potencia de fabricación.
Pero cuando el ex CEO Jack Welch asumió el cargo en la década de 1980, el enfoque de GE se alejó de fabricar buenos productos. Welch engulló negocios aleatorios como NBCUniversal e invirtió dinero en negocios secundarios como su brazo de servicios financieros, GE Capital. Este giro hacia el manejo y la negociación financiera terminó casi hundiendo a la empresa.
Durante la crisis financiera, GE Capital se convirtió en un gran pasivo para la empresa y se vio obligada a vender muchas de sus unidades comerciales para sobrevivir. En los años transcurridos desde entonces, GE se ha reducido a un caparazón de lo que era antes y ha visto caer su valoración 80%. En lugar de innovar en productos básicos y entregar bienes que querían sus clientes, GE lanzó un segundo acto y acabó con su negocio principal. Si bien Meta no ha visto el mismo tipo de explosión, el deslizamiento de GE hacia la irrelevancia debería servir como una advertencia para Zuckerberg.
Persiguiendo tendencias
Incluso cuando las empresas afirman estar trabajando en su producto principal, en muchos casos sus intentos de “innovar” solo están diseñados para enamorar a Wall Street, persiguiendo tendencias sin sentido que degradan la experiencia del usuario.
Tomemos, por ejemplo, a Satya Nadella, el CEO de Microsoft. Nadella declaró en la cima de la moda del metaverso en 2021 que “no podía exagerar el avance del metaverso”. Pero menos de dos años después, la compañía ha despedido a casi todo el equipo de metaverso. Esto pone al futuro de esta tecnología en duda.
Nadella, que ha despedido a miles de personas en los últimos meses, ahora ha centrado su atención en la inteligencia artificial (IA). Estos productos novedosos se presentaron como maneras de mejorar la oferta principal de productos de Microsoft; sin embargo, hasta ahora han estado plagados de problemas y es más probable que empeoren la búsqueda en línea en lugar de mejorarla.
En lugar de pensar en lo que es mejor para el usuario, la búsqueda de modas está creando tecnología que no tiene sentido.
Google retrasó el lanzamiento de su propio chatbot basado en IA durante años debido a preocupaciones éticas; sin embargo, luego lanzó una vergonzosa versión parcialmente rota en respuesta a los movimientos de Microsoft.
Estas dos compañías no son las únicas que intentan subirse al carro de la «era de la IA generativa». Wall Street y el capital de riesgo tienen a todo Silicon Valley tratando de sumarse a la tendencia, empujando a la IA a lugares confusos como Snapchat o incluso al motor de búsqueda centrado en la privacidad DuckDuckGo. Incluso Meta anunció que un nuevo equipo crearía “herramientas y personajes de IA”. Esto ayudó a que las acciones de la empresa repuntaran un poco.
Las compañías tecnológicas están gastando miles de millones de dólares en tecnología que no necesariamente gustará a los usuarios
Miles de millones de dólares se han desviado hacia una categoría de tecnología completamente nueva sin ninguna consideración real de si serán buenos productos que les gustarán a los usuarios; o si dichos productos realmente podrían dañar a los usuarios.
Esto porque estas empresas no están interesadas en la innovación o lo que hará que sus productos sean mejores en las cosas que deben hacer. En cambio, están interesados en aumentar las acciones y mostrar la capacidad de aumentar sus ingresos cada trimestre; incluso si hacerlo no fortalece el propósito real de la empresa.
Hay maneras de integrar nueva tecnología en un producto central que no termina en un desastre. Por ejemplo, Netflix pasó con éxito de enviar DVD a las personas por correo al streaming y captó a cientos de millones de usuarios en el camino. Pero la razón por la que este pivote tuvo éxito fue porque el producto, la experiencia y el momento fueron los correctos: la velocidad promedio de la conexión a Internet de un consumidor había crecido hasta un punto en el que era posible brindar el mismo servicio a más personas con menos esfuerzo. Eso, y que Netflix ya sabía que a la gente le gustaba ver películas en casa. Netflix pudo iterar en su producto principal, permitir que las personas vean películas, de una manera que realmente mejoró esa experiencia.
Por el contrario, los pivotes mediocres de Microsoft, Meta y Google están tratando de injertar tecnología no probada o sin sentido en sus productos para impulsar las acciones a corto plazo. En lugar de pensar en lo que es mejor para el usuario, la búsqueda de modas está creando tecnología de Frankenstein que no tiene sentido.
La ‘mentalidad de crecimiento’ de las compañías tecnológicas está acabando con la tecnología
Estas empresas se han desviado de sus productos principales porque su enfoque ya no es la innovación o la prestación de un servicio; sino encontrar un servicio “suficientemente bueno” para luego vender publicidad.
A pesar de las declaraciones que reiteran su compromiso con los usuarios, los trabajadores o el mundo, está claro que las compañías tecnológicas y sus ejecutivos están totalmente cautivados por un conjunto de partes interesadas: Wall Street.
Los CEOs contrataron en exceso y luego despidieron a miles de personas o promocionaron nuevas tecnologías solo para revertir el curso meses después; todo en un intento de atraer a inversionistas. Este enfoque monomaníaco en el desempeño del mercado incentiva una economía podrida, una trayectoria consistente pero insostenible que favorece la ilusión de crecimiento a expensas de lo real al desarrollo.
Se alienta a las compañías tecnológicas más grandes a perseguir el crecimiento no como una forma de tener clientes felices o convertirse en empresas sostenibles y rentables, sino para tener números que suenen elegantes para hacer que el precio de las acciones suba.
A los inversionistas no les importa que Mark Zuckerberg esté quemando miles de millones de dólares al año y no tenga absolutamente nada que mostrar, o que la experiencia básica del producto de Facebook haya empeorado durante 10 años. Zuckerberg comenzó “el año de la eficiencia” para mostrar un nuevo sentido de disciplina; sin embargo, los despidos masivos solo harán que los empleados se sientan más miserables y el producto peor.
Incluso los sistemas internos de evaluación y compensación de estas empresas empujan a los empleados a desarrollar “nuevos” proyectos brillantes que producen un interés relámpago en el cliente sobre la construcción o el mantenimiento de productos existentes para los usuarios actuales.
Esta mentalidad incluso se ha filtrado a las empresas emergentes en etapa inicial, que generalmente se consideran campos de prueba para la innovación. El capital de riesgo y otros inversionistas han presionado por un modelo de crecimiento primero, priorizando las métricas de “la línea sube” en lugar de construir un producto útil y un negocio sostenible. Los capitalistas de riesgo también incentivan a las empresas a apelar a cualquier tendencia candente que les permita obtener el múltiplo más alto de su inversión inicial, en lugar de hacer lo que generará la mejor experiencia de usuario.
El resultado neto de esta economía podrida es una verdadera falta de innovación. Cuando se incentiva a las empresas a crecer a cualquier costo, incluso si eso significa degradar la experiencia del usuario, nunca buscarán cambiar o mejorar el mundo. La innovación puede ser costosa, llevar mucho tiempo y no ser rentable. Esto significa que la única innovación que veremos es la de corto plazo que deja una sonrisa en la cara de un capitalista de riesgo pero enoja a los usuarios promedio.
Y es por eso que cada vez es más agotador encontrar las cosas que quieres o comprar las cosas que necesitas. Es por eso que las redes sociales están repletas de videos patrocinados en lugar de fotos de amigos. Por qué el software de ventas parece dificultar las ventas o por qué el software de contabilidad realmente no te ayuda a mover tu dinero; porque una empresa de tecnología “exitosa” solo tiene que ser lo suficientemente buena.
Con información de Business Insider México.