La Comisión Económica de América Latina y el Caribe (CEPAL) se unió a otros organismos internacionales y mejoró la perspectiva de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de México para este año, aunque aún queda muy por debajo de la proyección del gobierno federal.
De acuerdo con las nuevas proyecciones económicas para la región, este año México tendría una expansión de 1.5%, con lo cual se espera una desaceleración frente al resultado de 3.1% del año previo.
La tasa proyectada en esta nueva revisión es mejor a la que la CEPAL divulgó a finales del año pasado, cuando se esperaba que la economía mexicana creciera 1.1% en medio de los temores de una fuerte recesión en Estados Unidos, los altos niveles de inflación y el incremento en las tasas de interés.
La CEPAL apuntó, de manera general, que las economías de América Central y México presentarán una desaceleración respecto al 2022; no obstante, se realizaron revisiones al alza en algunas naciones ante mejores resultados económicos de Estados Unidos.
“(La mejora se da por) la revisión al alza del crecimiento de Estados Unidos, principal socio comercial y primera fuente de remesas de sus países, que afectaría tanto al sector externo como al consumo privado. Además, los menores precios de la energía previstos para este año en comparación con el 2022 actuarían a favor, dado que varias de ellas (economías) son importadoras netas de energéticos”, indicó la comisión.
Si bien diferentes organismos, como el Banco Mundial, la CEPAL y el Fondo Monetario Internacional (FMI) han mejorado la perspectiva de crecimiento para México este año, las tasas proyectadas siguen por debajo de la expectativa del gobierno.
De acuerdo con la dependencia que encabeza Rogelio Ramírez de la O, este año el rango de crecimiento será entre 2.2 y 3%, con una estimación puntual de 3%.
Recorte a la región
Si bien algunas economías, como México, tuvieron una revisión al alza en sus pronósticos de crecimiento, para la región en general de América Latina y el Caribe la Comisión reportó un ligero recorte.
El organismo revisó a la baja su pronóstico desde 1.3 a 1.2% para este año, en medio de lo que denominó un complejo escenario externo, marcado por un bajo crecimiento económico y del comercio a nivel mundial.
“La proyección de crecimiento del 2023 para la región está sujeta a riesgos a la baja ante la posibilidad de que resurjan y se acentúen las turbulencias del sistema bancario global –o del sistema financiero en su conjunto– lo que resultaría en un endurecimiento más persistente de las condiciones financieras mundiales, con los consecuentes impactos sobre el acceso y costo de financiamiento”, aseveró.
Asimismo, aún alertó sobre los efectos de que se prolongue la guerra entre Rusia y Ucrania, la cual ya lleva más de un año.
Aunado a ello, las alzas en las tasas de interés a nivel internacional para intentar combatir la inflación también han agregado incertidumbre, la cual se vio a inicios de marzo con la turbulencia financiera registrada en Estados Unidos y Europa.
“Si bien se han desacelerado las presiones inflacionarias, cabe esperar que las tasas de política monetaria permanezcan altas a lo largo del 2023 en las principales economías desarrolladas”, expuso la CEPAL.
Espacio limitado
El organismo con cede en Chile alertó que, en el 2023, los países de la región nuevamente enfrentan un espacio limitado para hacer política fiscal y monetaria, en un ambiente aún de alta inflación y el aumento de la deuda pública, sobre todo luego de los apoyos otorgados ante el Covid-19.
“Dada la reciente volatilidad financiera global evidenciada a partir de los problemas en la banca de países desarrollados y, dado que la inflación regional permanecería en niveles todavía elevados en comparación con los vigentes antes de la pandemia, no es de esperar que se generalice todavía un ciclo de relajamiento monetario en la región”, expuso.
En tanto, del lado fiscal y ante un poco margen de maniobra, se requerirán medidas para fortalecer la sostenibilidad fiscal y ampliar el espacio mediante el fortalecimiento de la recaudación y tener una política tributaria redistributiva.
Con información de El Economista.